Borrador # 1 o la perpetuidad del Voto Nacional

PREFACIO POR JOSÉ DARÍO GUTIÉRREZ

 
Pocos hechos más evidentes o contundentes de la rectoría del Sagrado Corazón sobre el pueblo colombiano que el triunfo del NO en el plebiscito del pasado 2 de octubre. [1]
La consagración del país a tal advocación el 22 de junio de 1902 y la construcción de su correspondiente parroquia y templo conmemorativo están ligadas a la Guerra de los Mil Días en la intención de asegurar la paz entre liberales y conservadores, y siguiendo con ello al Papa León XIII que el 11 de junio de 1899 “había consagrado el género humano al Sagrado Corazón de Jesús” [2] . Desde entonces a él se recurre como salvador cada que el país se siente agobiado por la violencia que ataca “la vida, la familia, la justicia social, creando un ambiente de corrupción en donde no se respeta la dignidad humana, esto como consecuencia de habernos olvidado de Dios».[3]

 
Tal consagración perdió su efecto legal apenas en agosto de 1994 cuando la Corte Constitucional, al considerar que con ello se violaba la libertad de cultos y la igualdad fijadas en la Constitución de 1991, sentenció la inexequibilidad del artículo 2 de la Ley 1 de 1952 que ratificaba tal consagración oficial y establecía la obligación de renovarla anualmente. En 1957, para poner fin a otra era de violencia entre godos y cachiporros (La Violencia, así, con mayúsculas) resultó victorioso un plebiscito que -entre otras cosas- estableció por 16 años un Frente Nacional consistente en la alternación del poder entre los dos partidos tradicionales.

 
Algunos de los excluidos (los comunistas) y muchos campesinos y colonos que adolecieron el incumplimiento de los pactos por parte del Estado, animados por el triunfo de la Revolución Cubana, se fijaron la meta de tomarse el poder mediante la combinación de modos de lucha. Ante la perpetuación de la oligocracia y la incapacidad de los sucesivos gobiernos para controlar el territorio nacional, e incluso, la ausencia de un líder democrático que convocara voluntades, o de un dictador que uniera -así fuera en su contra- al país, este se sumió en la larga, inútil y sinfín confrontación armada y terrorista que hoy perdura.
La lucha de esa frustrada chusma de campesinos y colonos no atendidos se tornó bruta y sanguinaria con la consolidación de las guerrillas a partir de 1964. Los bandoleros asolaron las zonas apartadas secuestrando y extorsionando incluso a otros campesinos que entonces, agobiados por el acoso criminal de los «liberadores del pueblo», formaron las autodefensas.

 
Ambos grupos, convencidos de la justicia de su causa y abusando del poder de las armas, sometieron a la «población civil» a un desmedido resurgimiento de violencia indiscriminada que desde entonces se alimenta fácilmente de los recursos del tráfico de drogas, la minería ilegal y el contrabando, todos derivados del efectivo control ejercido sobre grandes áreas del territorio y adobados por la corrupción y la falta de una efectiva y cumplida justicia. Hoy las autodefensas se han sometido a la justicia en un programa particularmente pactado con ellas y sus residuos han derivado a las llamadas «Bacrim» o bandas criminales, cercanas o difíciles de diferenciar de la también siempre presente e imperecedera delincuencia común.

 
Hoy, luego de muchos años e infructuosos esfuerzos, estamos cerca del cierre de un pacto de paz con el grupo subversivo de las FARC-EP, y prontos a iniciar formalmente la negociación con el ELN. Pasado el rechazo popular a la propuesta del gobierno, se espera que la etapa de ajuste actual culmine en la desmovilización de cerca de 6.000 guerrilleros, su reincorporación a la vida civil y el paso a la búsqueda del poder por la vía constitucional.

 
Con esta muestra de piezas de la colección se pretende hacer evidente el rastro que tal devenir político ha dejado en nuestra sociedad.

 
JOSÉ DARÍO GUTIÉRREZ
Director Proyecto Bachué

 
[1] BBC MUNDO. (2016). El rol de las iglesias cristianas evangélicas en la victoria del «No» en el plebiscito de Colombia. 5 de octubre. Disponible en: http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-37560320 – Consultado el 5-10-2016.

 
[2] PARROQUIA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
BASÍLICA MENOR VOTO NACIONAL. (s.f.). Historia – orígenes. Disponible en: http://www.votonacional.com.co/historia.html – Consultado 5-10-2016.

 
[3] EL TIEMPO. (2004). Colombia se consagra al Sagrado Corazón. Bogotá: 189 de junio. Disponible en: http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1515596 – Consultado el 5-10-2016.

 
VEA EL RECORRIDO DE LA MUESTRA ACÁ 
Libro Borrador #1 o la Perpetuidad del Voto Nacional ACÁ

 
 

UTÍLOGO POR VALENTINA GUTIÉRREZ TURBAY
 
-El espíritu no existe, Sors. Solo existe tierra- decía Vavra mostrando su puño cerrado-. Tierra y sangre y sudor y viudas y cerveza. El arte no son cosas colgadas en la pared, es rabia y uñas sucias. Esa intelectualidad que nuestros colegas predican es lo opuesto al arte. El suelo y la basura, cuando despiertan y miran para sí, eso es lo que el arte es. Las cosas lavadas y blancas son lo opuesto. El arte es el mayor crimen de la humanidad, pues va contra todas las leyes y contra todo lo que está establecido y asegurado. Es el mayor crimen que la sociedad puede imaginar, pues a través de él es que todo se ha destruido. Aquellos que hablan de creatividad no saben lo que es crear. Destruye, aplasta y bajo tus pies nace la hierba.
El pintor debajo del lavaplatos
Afonso Cruz
 

En esta conversación entre los estudiantes de arte Jozef Sors, el hijo de un asesino, y Aurel Vavra, conocido por ser el matón de la Academia de Artes de Praga, se propone una manera de ver el arte más allá de la tendencia post-minimalista [1] y post-conceptualista [2] que domina el régimen escópico [3] hoy. Este régimen se pone por encima de la estética y las ideas que sostienen su compromiso político, pues mira con distancia y verticalmente. Sin embargo, esto no quiere decir que deja de ser arte político, sino que al tener la estética como valor rector, la denuncia social o la presencia de lo «feo» se convierten en asuntos problemáticos, que deben someterse a un cuidadoso análisis en las obras.

 
Sors y Vavra son una metáfora para la marginalidad, Sors por ser el más despreciado de la Academia y Vavra por ser el más odiado. Cuando se oye la voz del marginado es posible construir una visión completa, que va más allá de los horizontes de expectativa del público consumidor de arte y que pone las narrativas «alternativas» en el centro de la discusión.

 
Borrador 1 o la perpetuidad del Voto Nacional – Obras de la colección Proyecto Bachué >Y2K es una mirada a algunos artistas e historias marginadas de las narrativas sobre el duelo y la memoria predominantes en la teoría del arte de Colombia en lo que va de este milenio. Parte de la idea de que el arte debe poetizar y funcionar como una presencia indéxica, y dar visibilidad a los artistas que usan su obra para expresar un malestar o dejar constancia de algo que sucedió e incluso hacer una crítica al momento actual.

 
Las obras presentadas aquí son resultado de investigaciones y vivencias propias de cada uno de los artistas que hacen parte de la muestra. Por el contexto hostil y violento en el que fueron producidas no buscan poetizar buscando una experiencia sublime sino expresar y denunciar, usar su voz para incomodar al espectador. Esta incomodidad se traduce en críticas que dicen que los artistas no están aportando al duelo o que no están procesando los materiales (sean estos archivos, objetos o historias) sino simplemente disponiéndolos. Se piensa que para que una obra sea eficiente, es necesario despojarla de las cargas que poseen para limpiarlas y dar un mensaje, ojalá de paz y de duelo.

 
Otra forma que se ha impuesto para descartar este tipo de obras ha sido su equiparación con el contenido provisto por los medios de comunicación amarillistas: se denuncian como efectistas, insinuando que solo quieren causar una impresión o un efecto sin buscar trascender. Todas estas categorías se utilizan únicamente para no tener que enfrentarlas o no tener que pensar en los discursos que manejan los artistas, pues no son complacientes ni elevan el espíritu. Son resultado de hechos crudos, violentos, sangrientos, haciéndolas a ellas mismas crudas, violentas y sangrientas. Son ese mugre debajo de las uñas. Son un rastro de lo que es Colombia.

 
Una colección privada de arte contemporáneo es en sí la mirada de un coleccionista que, como los artistas, muchas veces no sabe exactamente que está haciendo pero siente una pulsión, una vibración que lo lleva a actuar de alguna manera. Como los artistas que hacen parte de esta muestra, el coleccionista acumula y dispone las obras para que puedan ser leídas como un conjunto, reprocesándolas. En el caso de esta colección, dicha actitud se entiende no como un proceso de inversión monetaria sino, en los mismos términos en que lo veía Walter Benjamin cuando hablaba del momento en que una obra sale del mercado para perder su valor como mercancía, obtiene el valor de quien la aprecia. Lo que la hace independiente de su valor de uso o de cambio.

 
Al tener un valor simbólico, las obras se escapan de la mirada alejada de la historia y se miran desde la entraña. Es desde las heridas aquí reflejadas que el coleccionista busca contar una historia -una de muchas- de un país en conflicto, donde se han perpetrado tal cantidad de modos violentos durante tanto tiempo hasta el punto en que se llegaron a naturalizar. Esta mirada interior es importante porque omite la perspectiva cenital y se concentra en el margen. Cuando se mira desde arriba, buscando la objetividad, sin el olor de las víctimas, de la sangre, de la indignación, sin el dolor de un momento, sin el humo o sin el barro, nada parece condenable y el arte puede tener el lugar cómodo de ser puro otium [4]. Pero a nivel del piso esto no pasa. Si se narra con la herida abierta o se coleccionan relatos de heridas abiertas (como las obras aquí presentes), se entiende la dimensión de nuestro momento histórico y se da lugar a enfoques que se alejen de la complacencia de las marcas país o los nacionalismos mediatizados. Estos, por ejemplo, nos llevan a hacer duelos prematuros o a construir memoria de lo que es noticia.

 
Hablar desde este punto de vista tiene la ventaja de evitar que el tiempo pase linealmente y que las historias no se narren como una serie de rupturas y evoluciones que dejan atrás formas de expresión y funcionan con la lógica del progreso, donde cada década se puede «identificar» por unos modos de expresión propios. Esto permite ver líneas de pensamiento que resisten a pesar del paso del tiempo, a pesar de que por conveniencia política o por preferencias de gusto, no hagan parte del relato oficial. Estas obras no pueden poetizarse ni ser bellas en tanto son heridas abiertas. Solo pueden ser dispuestas y observadas, no son objetos que buscan transmitir posibilidades de un futuro mejor sino ser testigos o rastros de su momento de producción.

 
Aunque no es estatal, la colección de Proyecto Bachué no deja de funcionar como una institución en el sentido en que tiene un lenguaje, prácticas especificas y que mantiene una vocación pública. La colección no busca esgrimir una verdad ni representar el arte colombiano, busca llenar vacíos evidentes en otras colecciones, con lo cual no deja de reconocer que la propia también es incompleta y permanece en constante construcción.

 
Esta instalación de obras de la colección no busca crear un nuevo discurso sobre lo que es el arte colombiano, busca, en palabras de Andrea Fraser, ser una institución de la crítica que a partir del ejercicio práctico de coleccionar entiende sus fracasos y falencias, mientras identifica los que están presentes en otras visiones. Es a partir de la posibilidad de ser auto crítico, posibilidad que viene desde las vanguardias, que el ejercicio de coleccionar se puede entender como un lugar de resistencia y revolución simbólica. Borrador 1 o la perpetuidad del Voto Nacional – Obras de la colección Proyecto Bachué >Y2K es un primer acercamiento a las contingencias y limitaciones de una colección con vocación crítica.

 
VALENTINA GUTIÉRREZ
Directora Espacio El Dorado

 
[1] Las obras post-minimalistas son aquellas que se refieren al arte minimalista desde lo estético o lo conceptual. Generalmente se refiere más a una tendencia estética que a un movimiento. Se caracteriza por el uso de objetos cotidianos, materiales simples y una estética pura o formalista.

 
[2] Post-conceptualismo es una teoría del arte contemporáneo, que toma las bases del arte conceptual donde el concepto o la idea de la obra esta por encima de las preocupaciones materiales.

 
[3] Régimen escópico es un término utilizado por el teórico del cine Christian Metz para referirse a formas de ver propias de un momento y contexto, mediadas y construidas por tecnologías de la visión (como la fotografía, los medios digitales, los celulares, etc) y por la condición social y demográfica del espectador (lugar de origen, nivel de educación, género, edad, entre otras). Cercano al «Ojo de la época».

 
[4] Ranciere, Jacques. 2011. «Aisthesis: Escenas del régimen estético del arte». Editorial Manantial. «El otium es en puridad el tiempo en el que no se espera nada, un tiempo justamente prohibido al plebeyo, a quien el desvelo por salir de su condición condena a esperar siempre el efecto del azar o la intriga. No es la desocupación sino la abolición de la jerarquía de las ocupaciones»