No tengo memoria para lo inolvidable: La fotografía colombiana en blanco y negro (1940-1970)

La fotografía colombiana de la segunda mitad del Siglo XX, se caracteriza por su tradición humanista, sus diferentes tipos de realismo, y su obsesión con los personajes rurales y los escenarios urbanos. En esta exposición se presentan los géneros y temas dominantes de nuestra tradición fotográfica –la fotografía social, la reportería, el paisaje, el retrato- revelándose también algunas pistas que permiten reconocer a esas figuras imprescindibles de la fotografía colombiana, tanto a las reconocidas como a las que permanecen en un inmerecido anonimato, el conjunto de quienes retrataron con humor, calidez y sentido crítico, la vida cotidiana de los colombianos.

 
 
UNA HISTORIA CON MATIZ

La historia de la fotografía moderna en Colombia probablemente se origina en la década de 1940. Los fotógrafos que aparecen y maduran en ese momento, y cuyo trabajo se extiende en las décadas siguientes constituyen la primera generación integral de fotógrafos-autores. Manuel H. Rodríguez, Sady González y Leo Matiz trabajaron durante parte ó la totalidad de sus carreras como foto reporteros, realizando a nivel local la transformación mundial de ésta práctica que trajeran consigo las cámaras de 35 mm.

 
Residiendo de manera intermitente en Colombia y a través de sus fotografías publicadas en medios como Time/Life, Leo Matiz se convirtió en una figura ineludible para todo el que quisiera ser fotógrafo en el país. Matiz tuvo una enorme influencia sobre la fotografía colombiana. Nereo López, Abdú Eljaiek y Efraím García por ejemplo, le reconocen como el artista al que siempre quisieron emular. Su interés por enaltecer al hombre del común y el campesino empatiza con lo realizado por sus predecesores Benjamín de la Calle y Luis B. Ramos, y le conecta con fotógrafos muy posteriores a él.

 
Hernán Díaz será el gran fotógrafo de la generación siguiente, surgida a inicios de la década de 1960. Díaz junto a Nereo López serán los primeros fotógrafos en realizar exposiciones individuales importantes, en editar sus propios libros en colaboración con escritores y poetas. Mientras uno de los grandes méritos de López haya sido el de registrar las fiestas populares a través de todo el territorito colombiano, Díaz realizaría con maestría los retratos de las personalidades públicas de Colombia por espacio de tres décadas, siendo el cultor de un sofisticado y calculado estilo de fotografiar, dedicado principalmente al retrato, presente en la exposición con su cálida obra Niña de Ráquira.

 
IMÁGENES DE UNA CIUDAD SOLAR EN MEDELLIN

 
Una de las particularidades de esta exposición, es que ofrece una mirada inédita a la fotografía realizada en Cali. El fotógrafo inglés François Dolmetsch, llegado a Cali en el año 1962 expuso sus retratos de mujeres negras en 1966, invitado por Marta Traba, en la que posiblemente sea la primera exposición de desnudos realizada en Colombia, en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. Su serie Fachadas afirma lo cotidiano y lo popular como tema, pretexto, escenario y discurso. Como precedente a ésta serie enseñamos las poco conocidas imágenes de Inquilinatos del reconocido grabador Umberto Giangrandi, claros antecedentes formales y temáticos de la obra de los artistas insignes de Cali, Oscar Muñoz, Ever Astudillo y Fernell Franco. El estudio de las condiciones de vida y los fenómenos lumínicos en las viviendas rurales y urbanas –y en concreto en los inquilinatos- fueron motivo extenso de las obras de Muñoz y Franco, como lo prueba Interior de Franco.

 
Las fotografías de Ever Astudillo logradas en las calles de esa ciudad, tomadas como apoyos para sus dibujos y hasta hoy inéditas, muestran una verdadera obsesión por la luz y los escenarios urbanos, ofreciendo una profunda aproximación a los intereses y miradas de Muñoz y Franco, y evidenciando el culto al mundo del cine presente en todo el llamado grupo de Cali, que contaba entre sus miembros a Andrés Caicedo, Carlos Mayolo y Luis Ospina.

 
La serie Pasajeros de Gertjan Bartelsman, iniciada en Cali en 1972 y continuada en Bogotá, Quito y Santiago, se destaca por la maestría de Bartelsman obteniendo imágenes intimas en circunstancias difíciles, como lo son los autobuses atestados y en movimiento. Su vocación de mirón es plenamente correspondida en Teatro Olimpia de Efraím Cárdenas, donde aparecen las strippers del céntrico teatro bogotano. De esta inmersión en los espacios marginales y desconocidos de la ciudad hacen parte las series de habitantes de la calle de Félix Tisnes, Sergio Trujillo Dávila y Viki Ospina.

 
El ánimo de exploración y el verdadero descubrimiento del país realizado en la década de 1970 por el equipo de fotógrafos de la revista Cromos: el ya mencionado Cárdenas, Ravelo y Fabio Serrano, aparece en las imágenes de éste último -formado también en Cali-, en gráficas memorables como Sátiro y Vida.

 
Astudillo, Franco, Bartelsman, Trujillo Dávila, Ospina y Serrano, pertenecen a una generación posterior a la de Díaz y Dolmetsch, haciendo parte del primer momento de validación fotográfica en las artes visuales colombianas, la década de 1970. Su trabajo establece entonces un diálogo con el de dibujantes y grabadores surgidos en esa década, especialmente con quienes se apoyaron en el medio foto-mecánico, pero también con quienes trabajaron en los reportajes puramente testimoniales, como Carlos Caicedo, y con las propuestas conceptuales de artistas como Camilo Lleras y Jaime Ardila.

 
LAS VUELTAS DE COLOMBIA

 
Por su sentido del humor, intuición, dedicación y clarividencia un lugar muy importante lo ocupa el recientemente fallecido Carlos Caicedo, quien desde las páginas de El Tiempo se convertiría en uno de los principales historiadores visuales del país, narrando las pequeñas alegrías y desgracias de la gente común. Sus imágenes de la vuelta a Colombia muestran no solo la conversión de un país rural en un país urbano en un cortísimo periodo de tiempo – casi el mismo que cubre esta exposición- sino también su capacidad de síntesis narrativa y sentido dramático.

 
Como puede verse, este evento deportivo es aprovechado al máximo por Caicedo, para tanto para generar ejercicios formales como para capturar momentos de alta intensidad emocional.

 
Otro de los temas recurrentes de la fotografía nacional es la política. La llamada fiesta electoral y el tenso clima de los años posteriores al Frente Nacional aparecen en las gráficas de Camilo Lleras y Jaime Ardila, como en los ya mencionados Ospina y Trujillo Dávila. El escepticismo y agotamiento ante la politiquería, y el evidente temor ante la represión oficial son patentes en todo el grupo de imágenes presentadas acá.

 
PAISAJES

 
Finalmente esta exposición rinde un pequeño homenaje a otro de los grandes géneros de la fotografía colombiana, el paisaje, presente tanto en Paisaje tropical y Gran árbol de Jaime Ardila, como en la Niebla de Trujillo Dávila. En ambos fotógrafos puede verse el interés en asimilar lecciones de la fotografía norteamericana –la fragmentación y duplicación, el uso del sistema de zonas- homenajeando a la vez las particularidades del paisaje colombiano. Cabe destacar, que las obras del uno y el otro, establecían diálogos tanto con la tradición vigente del paisaje tratado por pintores como Antonio Barrera, como con las abstracciones del mismo tema llevadas a cabo por artistas como Carlos Rojas.

 
En síntesis, esta exposición presenta un amplio conjunto de imágenes inéditas, en un conjunto que incluye tanto registros realizados por las figuras tutelares de nuestra fotografía –Matiz, Díaz- por artistas gráficos y dibujantes –Giangrandi, Astudillo-, por reporteros gráficos “puros” –Caicedo, Tisnes, Ospina-, por artistas conceptuales que se ejercitaron en la imagen testimonial y la experimentación formal –Ardila, Lleras-, y por fotógrafos profesionales que abrieron un nuevo campo para este arte en nuestro medio –Cárdenas, Dolmetsch, Bartelsman, Ospina, Serrano-.

 
SANTIAGO RUEDA FAJARDO
MAYO 2016