Autorretrato disfrazado de artista: arte conceptual y fotografía en Colombia

Investigación, textos y curaduría: Santiago Rueda

 
En años recientes, las prácticas conceptuales y experimentales surgidas en América Latina en la década de 1960 y ampliamente exploradas en la década siguiente, han despertado un creciente interés en el campo internacional de las artes. La apropiación del texto, la fotografía, el uso del cuerpo en las acciones y el performance, la gráfica como un recurso alternativo, entre otras manifestaciones que hacen parte integral y constitutiva del arte actual, se originan en ese periodo, y no dejan de remitir de maneras diversas a lo sucedido allí. La presencia de la fotografía en el quehacer artístico de las décadas de 1970 y 1980, atrae cada vez más a investigadores, curadores, artistas y coleccionistas interesados no solo en el valor histórico de estos documentos, sino también en la estrecha relación con el arte actual que presentan.

 
Autorretrato disfrazado de artista: arte conceptual y fotografía en Colombia, basado en el libro La fotografía en Colombia en la década de 1970, de autoría del curador de la muestra, Santiago Rueda, identifica a los artistas que utilizaron la fotografía con fines conceptuales, es decir, quienes hicieron uso de este medio como una herramienta neutra con la cual indagar la naturaleza de la imagen, del lenguaje y la representación, cuestionando, a la vez, las nociones de aura y autoría. Estos artistas son Jaime Ardila, Álvaro Barrios, Antonio Inginio Caro, Fernell Franco, Eduardo Hernández, Camilo Lleras, Oscar Monsalve, Jorge Ortiz y Miguel Ángel Rojas, a los que se suman los nombres de Bernardo Salcedo, Juan Camilo Uribe y Manolo Vellojín, quienes desde trayectorias diferentes, hicieron uso del medio fotográfico. Durante la década de 1970, este grupo de artistas que rondaba los treinta años de edad, se animó a enfrentar un medio subvalorado en Colombia – la fotografía – para crear proposiciones artísticas, casi todas ellas de naturaleza narrativa, donde tomaron temas cotidianos para criticar y cuestionar los valores retardatarios de la sociedad colombiana, para burlarse del medio del arte, para explorar nuevas formas de tratar el paisaje, para carnavalizar la identidad, cuestionar la religión y la educación, y para examinar los medios de comunicación.

 
La aceptación de la fotografía como medio artístico se da tardíamente en Colombia, en 1976, cuando Fernell Franco recibió una Medalla Especial en el Salón Nacional de Arte [1], con dos imágenes de la serie Interior 1 (1976) e Interior 2 (1976), alcanzando un reconocimiento notorio ya que por primera vez en los 35 años del Salón un fotógrafo recibía esta distinción, abriendo así la puerta a los fotógrafos y a los fotógrafos-artistas. A pesar que nunca existió un grupo de foto conceptualistas o simplemente de artistas conceptuales, con la excepción del Sindicato de Barranquilla, los artistas anteriormente mencionados estuvieron activos y en constante relación en tres ciudades del país: Bogotá, Medellín y Barranquilla. En cada una de éstas los artistas fueron alentados por críticos, curadores y directores de instituciones que entendieron y valoraron sus propuestas y abrieron el espacio para que sus trabajos fueran conocidos. El papel jugado por Germán Rubiano y Eduardo Serrano en Bogotá, Alberto Sierra en Medellín y Álvaro Barrios en Barranquilla, es fundamental para entender el espacio dado a las practicas conceptuales y a la fotografía misma en el medio del arte colombiano.

 
 
LA NOCHE (SUR) AMERICANA

 
Los diferentes tipos de realismo –foto realismo, realismo social, híper realismo, realismo académico- practicados desde el inicio de la década de 1970 sirvieron de abrebocas para la aparición de dos artistas conceptuales que utilizaron exclusivamente la fotografía: Jaime Ardila y Camilo Lleras. Los trabajos de Lleras, cargados de humor e ironía, constituyen sin duda alguna el cuerpo de trabajo mas extenso de los presentados acá. Ardila por su parte, realizó agudas observaciones sobre la vida política en Colombia en su serie “Asunto publico” (1976). Mientras las fotografías de encuentros homosexuales realizadas por Miguel Ángel Rojas en los años 70 se han convertido no sólo en objeto de estudio e interés de numerosos investigadores, sino en verdaderos íconos de las luchas por la diferencia sexual en Colombia, las fotografías de Oscar Monsalve documentaron la evolución urbana de Bogotá tomando como tema el material mas utilizado en la ciudad, el ladrillo.

 
 
CARIBE CONCEPTUAL

 
Como ya se mencionó anteriormente, el conceptualismo floreció en el caribe colombiano en buena medida gracias a las exposiciones que promovió en Barranquilla Álvaro Barrios. Su trabajo del momento, en el que hacia constantes homenajes a Marcel Duchamp, es presentado junto al de otros artistas de esta región, Antonio Inginio Caro y Eduardo Hernández. Caro realizaba un trabajo que consistía mayormente en la fabricación de figuras (velas) de cera mayormente de imágenes religiosas, «según el proceso académico del modelado, vaciado, etc., cuyas mechas enciende luego que el fuego las consume, quedando solo el documento fotográfico y un informe material derretido»[2] compartiendo el ánimo burlesco y anticlerical de Lleras. Hernández, por su parte, es el creador de una de las obras emblemáticas del conceptualismo en Colombia, “la letra con sangre entra” (1979), un dibujo en papel hecho con su propia sangre, donde ésta frase es dibujada por el artista en la caligrafía con que se enseñaba a escribir a los niños. Hernández fotografió el proceso de creación desde su visita a un centro médico donde se le extrae la sangre hasta la finalización física de la obra. Según José Hernán Aguilar “uno no podía dejar de pensar en el viejo refrán español –ribeteado de alusiones fascistas–mientras observaba claramente cómo la sangre había penetrado el papel”.[3]

 
La serie de Polaroids –en su mayoría inéditas – del pintor abstracto Manolo Vellojín, son interesantes exploraciones en ritmo, secuencia y temporalidad tomando un motivo tan simple como lo son las manos. A la vez, son algunos de los pocos trabajos en Polaroid de ese momento realizados en Colombia. Vellojín desarrolló diferentes secuencias donde explora un único motivo –las manos, la portada de un libro o una revista- utilizando en ocasiones un espejo para duplicar la imagen, o en otras quemando y manipulando el objeto fotografiado. La rigurosidad de su trabajo como un pintor abstracto geométrico contrasta con el ánimo experimental y de improvisación de estas imágenes.

 
 
CABLES Y BOQUERONES

 
Los artistas de Medellín, Jorge Ortiz y Juan Camilo Uribe, realizaron cada uno en una particular temática, obras narrativas. La neutralidad, serialidad y el registro riguroso del tiempo en el paisaje caracterizan el trabajo de Ortiz de este periodo. Mientras en “Cables” (1979), el cableado eléctrico contra el cielo parcialmente nublado, se hace protagonista, en “Boquerón” (1980), Ortiz realizaba registros de exacta sincronía -de enfoque, de encuadre, del tipo de película- donde el motivo era exclusivamente el cielo y las nubes.

 
En obras como “Autorretrato –Cabeza parlante” (1975), Uribe apropió tanto el auto retrato como algunos elementos de la cultura popular y de la imaginería religiosa, para elaborar obras donde lo auto biográfico y el ejercicio critico se combinaban. Decididamente kitsch, Uribe coincide con Inginio Caro y Vellojin en el “maltrato” al material grafico, al registrar la destrucción intencional de imágenes, que siendo religiosas, constituirían un gesto humorístico de herejía.

 
Finalmente, se presentan dos obras de Bernardo Salcedo, quizá el primer artista colombiano en incluir exclusivamente textos en sus obras como proposiciones visuales. Sus “retratos” de Camilo Calderón y Manolo Vellojín, de inicios de la década, aunque no se relacionan directamente con el medio fotográfico, anteceden a los autorretratos de Camilo Lleras y demuestran el interés por parte de los artistas conceptuales en enfatizar la importancia de la idea sobre la forma. A la vez, denotan la inconformidad e irreverencia que caracterizó los artistas conceptuales y foto conceptuales colombianos.

 
 
[1] Y no el Primer Premio como se ha señalado erróneamente en publicaciones como 50 años del Salón Nacional de Artistas, y la serie de postales titulada Primeros Premios Salones Nacionales 1940-1998, editada por la Alcaldía Mayor de Bogotá, el Ministerio De Cultura y el Museo de Arte Moderno de Bogotá en 1998.

[2] Álvaro Barrios, “El Arte como Idea en Barranquilla”, Re Vista del Arte y la Arquitectura en América Latina, No. 2 (julio-septiembre 1978).

[3] Aguilar, José Hernán. “Todo tiempo pasado fue mejor. El V Salón Atenas”. Re-Vista del arte y la arquitectura en América Latina2, no. 5 (1980): 35.